algo bastante estúpido

Me lo pienso mucho antes de hacer la llamada, quizá te moleste, quizá ya te hayas ido a almorzar con tu compañera de trabajo. Pero parece que todo se ponga a tu favor para que te llame, tengo que esperar para todo lo que había venido a hacer. Me lo sigo pensando... ¿y por qué no? Después de todo, no pierdo nada. Después de tantos meses apartada de tu vida, las últimos encuentros me han sorprendido.

La llamada: suena, suena, se agota... y no lo has cogido, me resigno y hago tiempo para recoger un par de cosas. Mensaje en el móvil, una llamada tuya. Tú estabas en una reunión, y yo, en un ascensor. No, últimamente no almuerzas, aunque, si me espero 20 minutos a que acabes una cosilla, vienes a verme. Vale, yo aún tengo algunas visitas que hacer. Pérdida cuando acabes. Sí, pero abstente de ascensores esta vez.

La pérdida tan esperada y me pongo de los nervios. Vienes corriendo y comiendo una manzana, como si no quisieras perder más tiempo. Te veo y me parece que nunca te había visto tan guapo. Y al verme, sonríes y se iluminan los ojos.

Yo: ¿qué tal? Tú: agobiado del trabajo; yo: ahora olvídate del trabajo y de los agobios. A partir de ese momento, una retahíla de preguntas y respuestas, de palabras y de miradas, se entremezclan, como si hubiera pasado tanto tiempo sin vernos, sin estar juntos, que tuvieramos que recuperarnos en tan sólo unos instantes. Sólo tú y yo, solos nosotros dos.

De vuelta a la realidad, un placer el haberme reeencontrado contigo, un placer que vuelvas a ser tú mismo.